Uno de los electrodomésticos que habitualmente más nos olvidamos de limpiar es la lavadora. Como la utilizamos para hacer lavados de prendas, solo nos acordamos de que ha acumulado suciedad cuando esta es muy visible.
¿Cuántas veces has ido a sacar la ropa y te has encontrado la goma totalmente negra? ¿Sabes cómo puedes eliminarlo fácilmente? Hoy te damos las claves para que puedas limpiar la goma de la lavadora y evitar que se acumule tanto moho en las próximas veces.
El principal enemigo de la lavadora es el moho, pero al estar constantemente húmeda, es muy fácil que si no se limpia periódicamente aparezcan bacterias y malos olores. El problema es que se suelen acumular en la goma de la puerta y pasa desapercibido hasta que un día nos damos cuenta de lo sucia que está. Para evitar que aparezcan moho y bacterias lo ideal es poder hacer esta limpieza más profunda de la goma cada dos semanas.
Puedes utilizar ingredientes naturales de limpieza o usar productos específicos para el lavado de este tipo de electrodomésticos, aunque estos últimos suelen estar más indicados para la limpieza de todo el tambor y la eliminación de malos olores.
En cualquier caso, si el producto lo echas directamente en el cajetín del detergente, además de la limpieza de la puerta y la goma, estarás aprovechando para limpiar los tubos. Por eso, esta es la mejor opción para garantizar la limpieza total de la lavadora.
El primer paso es mezclar zumo de limón con bicarbonato y verás que se forma una especie de pasta. Utiliza un cepillo para impregnar esa solución que has hecho en la goma de la lavadora y frota para que llegue a todos los rincones.
Después, mezcla dos litros de agua con zumo de limón o con vinagre blanco de limpieza. Los viertes en el cajetín y conectas la lavadora con un ciclo largo de agua caliente. Cuando termine, abre la puerta y seca muy bien la goma y deja la puerta abierta para que se vaya toda la humedad concentrada.
Si el moho ya ha salido en la goma, debes utilizar un producto de limpieza infalible contra él: la lejía. Puedes verter una taza de lejía en el cajetín o echar directamente en el tambor y poner un ciclo de lavado sin ninguna prenda dentro.
Otra opción es que pulverices la lejía sobre la goma antes de acostarte y a la mañana siguiente lo aclares con un trapo eliminando los restos de moho que haya quedado. Si no tienes lejía, puedes utilizar un quitagrasas y pasar después una bayeta humedecida para eliminarlo cuando haya hecho efecto.
Para no tener que quitar mucha suciedad acumulada o moho cada cierto tiempo, lo más recomendable es que en cada lavado, o por lo menos una vez a la semana, repases el estado de la goma. Esto ocurre principalmente por la humedad que se genera, así que cuando tiendas la ropa, seca la goma con un papel o trapo seco.
También debes evitar cerrar la puerta de la lavadora nada más que has sacado la ropa mojada. Si lo haces, harás que se concentre más esa humedad en el interior del tambor y la puerta y será más fácil que aparezca moho. Déjala durante un rato abierta y espera que se seque bien todo el interior.